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Una Mirada Diferente

Reflexiones acerca del evangelio dominical.

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sábado, 28 de febrero de 2015

LA TRANSFIGURACION DE JESUS


Evangelio según San Marcos 9, 2-10

Cuando era niña y hasta hace poco cada vez que escuchaba en el evangelio el término transfiguración se me hacía muy difícil darle sentido; ya que además de ser una palabra extraña,  presentaba también un significado complicado, pues es “un cambio de forma o figura”, al intentar darle sentido me preguntaba: ¿Cómo pudo Jesús transformarse, transformarse en que..?
Intentaba indagar más acerca del término, encontrando para ello infinidad de explicaciones, pero, no fue hasta que encontré esta frase, que me di cuenta de la esencia de aquel pasaje bíblico y del como Pedro, Santiago y Juan puedo sentirse al contemplar tal situación; explica Santa Teresita de Jesús que es: “sentirse como un pajarillo que contempla la luz del sol, sin que su luz lo lastime”.

En definitiva, la sensación es algo inexplicable, pero que ciertamente colma con ese resplandor de felicidad infinita. Es por ello que el evangelio de hoy es una invitación a contemplar el rostro radiante de Cristo en el misterio de la transfiguración.

Sin embargo, tal vez este rostro radiante de Jesús transfigurado no impide que sus discípulos sientan cierto temor en medio de la majestad divina que están contemplando sus ojos, de allí que nosotros al experimentar la gloria de Dios: ¿acaso nos sentimos temerosos?, temerosos de sabernos tan pequeños, respecto a su grandeza, temerosos de no sentirnos merecedores de tal resplandor; pero  tal temor también es aquel que nos empuja con una llamada urgente a la adoración y a la santidad.

El Santo Padre Benedicto XVI habla de la transfiguración como: la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde se discierne el bien y el mal y fortalece la voluntad de seguir al Señor”.


Esto nos invita a reflexionar acerca de nuestra vida, cayendo en la cuenta que ésta necesita conversión y cambio, así mismo este pasaje nos anima a mantenernos despiertos para ver las horas y momentos en que se nos abre el cielo, resplandece el sol, o nos iluminan las estrellas. El hecho de subir al monte para estar con Jesús, es importante para escucharle y recargarnos de energía para continuar nuestro camino, que está lleno de subidas y bajadas. Nos invita a demás a buscarlo en todos lados: en la oración, en los sacramentos, en nuestras familias, en el trabajo, en cada uno de los sucesos de la vida diaria, encontrando en el rostro de Jesús transfigurado nuestra felicidad. 

POR.- ROSA JOSEFINA RONCAL E.

jueves, 26 de febrero de 2015

TU AMOR, EN MI TORMENTA




Señor, concédeme la luz, para verte a pesar de la tormenta,
paciencia, para escucharte a través del ruido,
tacto, para sentirte en mi entorno,
y amor, para verte en el rostro de mis hermanos.

Por tu amor que llena de luz,
el más sombrío vacío;
permíteme, dejarme llevar por tu mano,
amarte a pesar de mis imperfecciones;
servirte a pesar de mis limitaciones;
y que tu amor  me llene de paz,

para aprender para reflejar tu rostro a los demás.

AMEN.

Por.-  Milagros Segura

miércoles, 25 de febrero de 2015

Señor eres mi mejor guía para recorrer los caminos de mi vida.

Porque tú eres mi roca y mi fortaleza, y por amor de tu nombre me conducirás y me guiarás.
Señor quédate conmigo.

viernes, 20 de febrero de 2015

TU ARADO


Señor,  prepara mi tierra.
Me abandono a tu arado.

Que seas siempre tú el fruto de ella.

POR.- JEANETTE ARANA

martes, 17 de febrero de 2015

LOS DESIERTOS DE LA VIDA


Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,12-15):

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

El desierto, en la vida de cualquier persona, es un camino necesario para llegar a la meta deseada. El desierto de la vida cristiana son los momentos difíciles por los que tenemos que pasar si queremos resucitar con Cristo.

Pueden ser dificultades físicas, enfermedad, dificultades psicológicas y espirituales, crisis interiores y tentaciones, problemas sociales,  dificultades económicas, etc.
Todos los santos y todas las grandes personas pasaron por desiertos interiores o exteriores, antes de llegar a ser lo que fueron.

Cristo, como leemos en el texto evangélico, tuvo que pasar por el desierto, y lo hizo empujado por el Espíritu. El desierto fue para Jesús un lugar de privaciones materiales y de tentaciones espirituales. El desierto probó y fortaleció a Jesús, preparándolo  para recorrer con éxito el largo camino que le quedaba antes de llegar al Calvario y al momento de la Resurrección.
También nosotros como Cristo hay que aceptar los momentos de desierto interior y exterior, si queremos resucitar con Cristo.

El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Fue un lugar de prueba y purificación, tentación y encuentro con Dios y con uno mismo. La estancia de Jesús en el desierto tuvo su lado tenebroso pero también su gloria y su luz.

Jesús vive allí su iluminación sobre la meta y los medios para anunciar el Reino de Dios.
Necesitamos pasar por la situación de desierto para reforzar nuestra experiencia de Dios. Jesús salió también reforzado del desierto.

Por otro lado la tentación está ahí, acecha a todo ser humano. Lo malo no es ser tentado, Jesús también lo fue, lo malo es caer en la tentación. Iniciamos la Cuaresma conscientes de que el mal y la tentación están cerca de nosotros. Está en nosotros el elegir consentir o vencer.
Sin embargo, siempre hay una llamada a dejarnos guiar por el Espíritu, a optar por Dios como compañero de camino.

La parte final del texto, es sobre la conversión que pide Jesús la cual debe empezar revisando el modo de vivir de cada uno y pensar que no es posible un cristianismo vivido “a medias”, se debe crear moldes nuevos. Se trata  de nosotros mismos. Reflexionemos sobre la facilidad con que pedimos el cambio de los demás. Retirarse al desierto es enfrentarse a solas con nosotros y  comenzar por la revisión de nuestro modo de ser, siendo siempre autocríticos.

El evangelio nos indica el camino que siguió Jesús antes de comenzar su actividad pública. El que estamos invitados a recorrer también, si nos dejamos “empujar” por el Espíritu. Jesús espera mucho de nosotros.

Sólo hay una manera de atravesar un desierto y es mantener la dirección que uno traía determinada al inicio. Lo importante entonces es saber resistir, es ser fiel al rumbo primero.
Nuestra vida tiene mucho de desierto: una relación de pareja, una vocación, una comunidad, un voluntariado o una carrera. Son experiencias que pueden tornarse monótonas, en las que uno cambiaría de dirección buscando la promesa transformadora. Pero sólo llega hasta el final quien sabe mirar al frente, quien se mantiene fiel, quien da valor a su compromiso en la alegría y la duda.

Vivimos unos tiempos de alejamiento de los verdaderos valores del evangelio. Necesitamos dar un vuelco a nuestra vida, a nuestra sociedad... experimentar la misma experiencia de desierto que hemos provocado en otros... (soledad, exclusión y abandono). Los momentos de desierto personal, social, político y económico producen cambios de búsqueda, de mirar hacia el interior, de descubrir nuestra pobreza y volver los ojos a Dios, a lo esencial, al Amor Primero. Es en la humildad y en el vaciarse de todo lo superfluo en donde queda espacio para la experiencia de lo definitivo, el amor, la verdad y la justicia.

Señor que en este domingo primero de cuaresma , dedicado especialmente al encuentro y la celebración contigo, descubra que me esperas, que respetas mi libertad y mis tiempos, porque siempre me quieres más allá incluso de lo pensable y de lo posible humanamente. Siempre y para siempre y desde siempre me amas.

Reflexionemos durante esta cuaresma este párrafo que nos habla del desierto de nuestro corazón:

<Hoy que sé que mi vida es un desierto, en el que nunca nacerá una flor,
vengo a pedirte, Cristo jardinero, por el desierto de mi corazón.
Para que nunca la amargura sea en mi vida más fuerte que el amor,
pon, Señor, una fuente de alegría en el desierto de mi corazón.
Para que nunca ahoguen los fracasos mis ansias de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza en el desierto de mi corazón.
Para que nunca busque recompensa al dar mi mano o al pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro en el desierto de mi corazón.
Para que no me busque a mí cuando te busco y no sea egoísta mi oración,
pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra en el desierto de mi corazón>.


Silvana Cárdenas R.

miércoles, 11 de febrero de 2015

TOPICOS SOBRE EL AMOR


El amor es una de las palabras más utilizadas para nuestras peticiones y más anheladas por nuestros corazones. Y es que a todos en algún momento se nos ha pasado por la mente la pregunta ¿qué sería de mi vida sin amor?
Probablemente todos coincidiríamos con Pablo de tarso, cuando dice que:

“Si hablara todas las lenguas de los hombres y los ángeles
y no tuviese amor, soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe...”
(COR 13,1)

Pero Pablo no es la única persona que habla acerca de ello, es más san Ignacio, en uno de sus ejercicios, da ciertas notas acerca de ello en la contemplación para alcanzar amor [EE230]:

Primero comienza diciendo que: “el amor ha de ponerse más en las obras que en las palabras” [EE230]; de eso se trata, de ayudar y no sólo de cantar los nombres, de actuar más que en decir, de hacer más que hablar, de amar en lo concreto, en lo real, en todo momento, incluso en las preocupaciones, poniendo todo en juego, poniendo el corazón en juego.

En segundo lugar, el amor, no es de uno solo; pues consiste en: “la mutua comunicación de bienes por ambas partes, esto es, en dar y comunicar el amante al amado lo que tiene, o de lo que tiene o puede, y lo mismo el amado al amante, de manera que si uno tiene ciencia, honores y riquezas, etc., dé al que no tiene, y éste igualmente de lo suyo al otro.” [EE231]

Finalmente, regresando a la carta de Pablo de tarso, el amor tiene y da lo suyo gratuitamente, sin esperar nada a cambio.


“Si hablara todas las lenguas de los hombres y los ángeles
y no tuviese amor, soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe;
y si teniendo el don de profecía y conociendo todos los misterios y toda la ciencia,
y tanta fe que trasladase los montes, si no tengo amor, no soy nada;
y si repartiese todos mis bienes y entregase mi cuerpo al fuego,
no teniendo amor, nada me aprovecha.
El amor es paciente, el amor es servicial; no envidia, no se jacta,
no es presuntuoso; no es descortés, no busca lo suyo, no se irrita,
no piensa mal; no se alegra de la injusticia, sino que se complace en la verdad;
el amor todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.
Todo pasará, menos el amor.” (
COR 13,1-14)

Por.- Carlos Acha Zapata

RUEGA POR NOSOTROS



Hoy 11 de febrero la iglesia católica celebra nuestra  Señora de Lourdes.  

Pedirle a la virgen,   que me  bendiga a seguir siendo ejemplo de la niña Bernardita; que pese a los desprecios y  burlas por parte de las autoridades, ella seguía firme en la oración y en la fe que tenía.


Por ello a través de la fe mariana has que pueda reconocerte en los momentos de mi vida y poderte acoger libremente  en mi corazón,  y sentirte en  mis oraciones. Que los obstáculos o los desánimos no hagan que me alejen de ti, sino que sea  una motivación más a seguirte en tu camino. Amén.

Por.- Sheila Córdova


martes, 10 de febrero de 2015

LA LUZ DE MI NORTE



Oscuridad y obstáculos en el camino…


Calma, cuando menos pienses sale el sol.

Por.- Pamela Castro Farro