El amor es una de las palabras más utilizadas para nuestras
peticiones y más anheladas por nuestros corazones. Y es que a todos en algún
momento se nos ha pasado por la mente la pregunta ¿qué sería de mi vida sin
amor?
Probablemente todos coincidiríamos con Pablo de tarso,
cuando dice que:
“Si hablara todas las lenguas de los hombres y los ángeles
y no tuviese amor, soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe...” (COR 13,1)
y no tuviese amor, soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe...” (COR 13,1)
Pero Pablo no es la única persona que habla acerca de ello,
es más san Ignacio, en uno de sus ejercicios, da ciertas notas acerca de ello
en la contemplación para alcanzar amor [EE230]:
Primero comienza diciendo que: “el amor ha de ponerse más en
las obras que en las palabras” [EE230]; de eso se trata, de ayudar y no sólo de cantar los nombres, de
actuar más que en decir, de hacer más que hablar, de amar en lo concreto, en lo
real, en todo momento, incluso en las preocupaciones, poniendo todo en juego,
poniendo el corazón en juego.
En segundo lugar, el amor, no es de uno solo; pues consiste en:
“la mutua comunicación de bienes por
ambas partes, esto es, en dar y comunicar el amante al amado lo que tiene, o de
lo que tiene o puede, y lo mismo el amado al amante, de manera que si uno tiene
ciencia, honores y riquezas, etc., dé al que no tiene, y éste igualmente de lo
suyo al otro.” [EE231]
Finalmente, regresando a la carta de Pablo de tarso, el amor
tiene y da lo suyo gratuitamente, sin esperar nada a cambio.
“Si hablara todas las lenguas de los hombres y los ángeles
y no tuviese amor, soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe;
y si teniendo el don de profecía y conociendo todos los misterios y toda la ciencia,
y tanta fe que trasladase los montes, si no tengo amor, no soy nada;
y si repartiese todos mis bienes y entregase mi cuerpo al fuego,
no teniendo amor, nada me aprovecha.
El amor es paciente, el amor es servicial; no envidia, no se jacta,
no es presuntuoso; no es descortés, no busca lo suyo, no se irrita,
no piensa mal; no se alegra de la injusticia, sino que se complace en la verdad;
el amor todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.
Todo pasará, menos el amor.” (COR 13,1-14)
y no tuviese amor, soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe;
y si teniendo el don de profecía y conociendo todos los misterios y toda la ciencia,
y tanta fe que trasladase los montes, si no tengo amor, no soy nada;
y si repartiese todos mis bienes y entregase mi cuerpo al fuego,
no teniendo amor, nada me aprovecha.
El amor es paciente, el amor es servicial; no envidia, no se jacta,
no es presuntuoso; no es descortés, no busca lo suyo, no se irrita,
no piensa mal; no se alegra de la injusticia, sino que se complace en la verdad;
el amor todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.
Todo pasará, menos el amor.” (COR 13,1-14)
Por.- Carlos Acha Zapata
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