Evangelio Según San Juan 2, 13-25
Siempre me fue
sorprendente, al leer este evangelio
escuchar de un Jesús molesto, arrebatado y quizás llegando a lastimar con
un látigo a algunos vendedores que estaban en el templo; un templo que Jesús
llama “la casa de mi Padre”.
Hoy, en la
tercera semana de cuaresma, en mi meditación escucho a Jesús diciéndome “Quitad esto de
aquí; no conviertas en un mercado la casa de mi Padre”, lo veo enérgicamente sacando,
desechando aquellas cosas que han convertido la casa de su padre, que soy Yo, en
un mercado, y que no me dejan ser un lugar en donde solo habite su Padre.
“Destruid este templo, y en
tres días lo levantaré” sentía que Era su promesa
conmigo. Destruid y Quitad; Tengo que ser Yo la que tome la decisión de sacar
las cosas que no me dejan ser el lugar de Dios, pero Destruir conlleva a sentir
dolor y a quien le gusta sufrir? Sin embargo venia su promesa: “en tres días lo
levantare” resucitare y Tú conmigo, siendo ese templo de mi Padre que desborda
amor.
Sintamos en este
evangelio la invitación a escuchar y
entender sus palabras, a dejarnos cuidar por Jesús, confiemos en El y tratemos
de vivir, porque no, nuestro propio desierto, nuestra cena con amigos, nuestra
noche en vela con lágrimas de sangre, nuestro camino con una cruz a cuestas,
destruyendo el “Mercado” en que nos hemos convertido, morir para finalmente resucitar
con El a una nueva vida, transformados en
la casa de Dios Padre.
Cada día, seamos valientes para que Jesús nos transforme en un
Templo en donde solo habite el Amor “Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Por.- Kattia Seclén
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